sábado, junio 14, 2008
EL CASO EN CUESTIÓN: PROCESO DE NABOLIZACION
Este es el capítulo en el que tenemos que hablar de amor. Lamentablemente. Sabrán disculpar.

Cada vez más ansioso, el nabo comprende que para alcanzar “el objetivo” debe perfeccionar su unión del alma individual con Dios, y para tal fin hace ingentes esfuerzos por mejorar el desarrollo de su conciencia espiritual.
Unas cuantas clases después, el yoga parece haber agregado a las cualidades intrínsecas del Nabo Recién Separado un plus, un extraño fenómeno psíquico de «expansión» que lo convierte en el anfitrión perfecto. Es tan encantador, amable y gentil, es tan caballero, tan buen amante y tan simpático que la yegua, ipso facto se enamora.

Estamos hablando del típico Nabo Ideal. La yegua cae como un chorlito.

¿Y que es una yegua enamorada?

La respuesta es obvia, pero por si alguno (de los que nunca faltan) no aprendió nada, nos vemos en la obligación de aclararlo: una yegua enamorada es una Naba del Orto. No hay ninguna otra posibilidad. Es condición necesaria.

En esos primeros días de idealidad, la vida del Nabo y la Naba parece un cuento de hadas. Todo es amor y armonía. Todo es acuerdo y coincidencia. No hay ni un sí ni un no, ni un blanco ni un negro. Los pajaritos cantan, la vieja se levanta. El sol siempre está. Él le lleva el desayuno a la cama y ella le hornea panecillos saborizados de harina integral. Ambos prometen hasta los límites de lo imprometible. Él le promete que le llegará una rosa cada día y ella le asegura que será la comandante de su parte de adelante. Por siempre y para siempre jamás.

En el climax del idilio, la flamante Naba se convence de que por fin ha encontrado a El Hombre por el que vale la pena despojarse de su condición yegual y entregarse mansamente al proceso de nabolización. Se convence de que la perfección existe porque ella la tiene delante de sus ojos. Sabe que la felicidad es posible porque el amor es más fuerte. De un día para otro la ex-yegua se encuentra fantaseando viajes y aventuras sin par, un futuro venturoso, un mundo de sensaciones, un mundo de diversiones que le quiere regalar a su Nabo, y se embala tanto que se lanza de cabeza a una pileta que cree es de aguas climatizadas.

Pero las cosas, vistas desde afuera, son sutilmente distintas. Detrás del árbol de la felicidad hay un amargo bosque que la Naba, ciega de amor como está, no puede o no quiere ver. Porque tanto y tan grande es el amor que da miedo. Y el Nabo está cagado hasta las patas.

Más temprano que tarde, a esta maravillosa obra de la naturaleza se le empiezan a ver las costuras. De a poco, la perfección de cada detalle empieza a resquebrajarse y queda en evidencia que la pileta está vacía.

Y a esta altura, la Naba del Orto no puede frenar la zambullida.

Porque el amor es así. Y no digan que no les avisamos.
 
**Yeguas Inc.** 1:50 p. m. | |